Desmond Tutu, prueba de que la paz es la mejor arma

La segregación racial que vivió el continente africano a partir del año 1943 con el sistema apartheid llevó a décadas de enfrentamientos violentos con el fin de resistirse ante la discriminación forzada a personas de color. Sin embargo, durante la década de 1980 un clérigo sudafricano abogó por la lucha pacífica por una sociedad sin divisiones raciales. Ese hombre es Desmond Tutu.

Tras su ardua labor por la lucha en una Sudáfrica racista y desigual, el legado de Tutu tuvo gran relevancia tanto regional como internacional, siendo galardonado con el Premio Nobel de la Paz en el año 1984.

Desmond Mpilo Tutu nació el 7 de octubre de 1931 en Klerksdorp, Sudáfrica. Proveniente de una familia humilde, su niñez y juventud se vieron marcadas por una sociedad rígidamente segregada, donde los ciudadanos de color debían vivir en áreas específicas del país y carecían de derechos como el voto. Sin embargo, de acuerdo a una entrevista realizada para la organización americana Academy of Achievment, Tutu considera haber tenido una infancia feliz y cuya etapa fue el inicio de su interés por la religión y la justicia, cuando relata que un día estaba caminando con su madre y un sacerdote llamado Trevor Huddleston le tendió el sombrero a manera de saludo, siendo la primera vez que había visto a un hombre blanco prestando respeto a una mujer negra. Este hecho le demostró a Tutu que la religión podía ser una vía para defender la igualdad racial.

Apasionado por la lectura, Desmond Tutu se formó como educador y posteriormente emprendió sus estudios de teología en St. Peters Theological College en Johannesburgo, siendo ordenado sacerdote en 1960. En 1962 se mudó a Londres donde obtuvo una maestría en el King’s College.

En la década de 1970, Tutu vuelve a una Sudáfrica cada vez más agitada contra el apartheid, lo que hizo que desde su posición como miembro del clero, mostrara una posición firme y crítica sobre la segregación racial, comparando este sistema con regímenes fascistas. Sus argumentos acabaron por llevarlo a la cárcel en 1980, donde rápidamente fue liberado, ya que las autoridades del momento querían evitar convertir al clérigo sudafricano en un mártir de la sociedad. Sin embargo, tras estos acontecimientos, un Tutu optimista y mucho más fuerte animó a los sudafricanos a trascender las diferencias raciales y dejar a un lado la discriminación. Este anhelo de la justicia y el perdón hizo que el clérigo sudafricano consiguiera en 1984 el Premio Nobel de la Paz por considerarse de las voces morales más importantes del mundo en su lucha pacífica contra el apartheid.

Con la obtención de este reconocimiento, el movimiento antiapartheid de Sudáfrica cobró fuerza a nivel internacional, despertando el apoyo de todo el mundo. Así, en gran parte debido al gran liderazgo pacífico de Tutu, en 1993 el apartheid sudafricano finalmente llegó a su fin, y en 1994 los sudafricanos eligieron a Nelson Mandela como el primer presidente de color del país. Entre una de sus primeras acciones como mandatario, Mandela nombró a Tutu para dirigir la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, encargada de investigar los crímenes cometidos durante la lucha contra la discriminación racial.

En la actualidad, Desmond Tutu continúa defendiendo la justicia e igualdad en todo el mundo, abordando temas como la prevención del VIH y el cambio climático. Su legado yace junto con el de los principales activistas de derechos humanos del mundo, y al igual que Nelson Mandela, Mahatma Gandhi y Martin Luther King Jr., Desmond Tutu representa una figura inspiradora frente al optimismo de los seres humanos en hacer el bien mediante la paz y la justicia.

Gabriela Suárez

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