Las relaciones que las migraciones entablan con lo que convencionalmente conocemos como “artes” (fotografía, pintura, cine, escultura, literatura, etc.) son muy variadas. Seguramente la más natural sea aquella en la que las migraciones, en su condición de procesos, personas, situaciones o experiencias que efectivamente están en lo real y forman parte de ello, sirven de base a las representaciones artísticas (que se nutren de los diversos aspectos de lo que llamamos “realidad”, recreándolos y reproduciéndolos en sus diversos soportes y conforme a códigos estéticos determinados).
Hoy, sin embargo, me interesa destacar aquí otra clase de conexión entre las artes y los artistas y las migraciones, aquella mediante la que el artista plástico pretende influir en la realidad migratoria que alimenta a las representaciones artísticas, impulsado por un afán de mejorar las condiciones de vida de las personas inmersas en procesos migratorios complejos y dolorosos. Me gustaría ilustrar esta relación con los ejemplos de dos artistas concretos, cuyas iniciativas y actividades he conocido este verano.
El primero de ellos es el del artista danés Olafur Eliasson, que presenta actualmente (hasta el 4 de abril de 2021), en el museo Guggenheim de Bilbao, la exposición “En la vida real”. Una sección de esta muestra, titulada El estudio expandido, da cuenta de los proyectos que el autor desarrolla con diferentes equipos en su estudio de Berlín, de forma independiente a la realización de obras de arte y exposiciones. Estos proyectos se interesan por cuestiones contemporáneas como el medio ambiente (cambio climático, energías renovables) o las migraciones. En relación con la última, la exposición de Bilbao presenta y documenta gráficamente el proyecto Luz verde – Taller artístico (Green Light – An artistic workshop). Se trata de una iniciativa social de carácter educativo, en concreto de un taller de lámparas modulares que pretende integrar a los jóvenes refugiados mediante el trabajo artístico, que se refuerza además con una inmersión en la lengua de la sociedad de acogida. Esta práctica se presentó en la Bienal de Venecia en 2017, y continúa un modelo que Eliasson ya había desarrollado en la TBA21 de Viena, el espacio de investigación artística creado en 2002 por Francesca Thyssen-Bornemisza.
Olafur Eliasson define Luz verde como un “acto de bienvenida”, dirigido tanto a los refugiados recién llegados como a los residentes de las ciudades de acogida, con la intención de profundizar en la realidad, sin alejarse de ella. Se trata de mostrar cómo la actividad artística puede contribuir, de manera modesta, a mejorar las condiciones de vida de las personas que sufren procesos de desarraigo y desplazamiento, incidiendo asimismo en la fuerza del trabajo colaborativo.
Otra iniciativa (de la que hemos tenido noticia muy recientemente) que permite ejemplificar el compromiso social de los artistas con las migraciones, más allá de la función de estas como tema inspirador de sus obras, es la protagonizada por el artista británico Bansky, de quien hace pocos días supimos que había fletado un barco humanitario, el Louise Michel, para realizar acciones de rescate de migrantes en el Mediterráneo. La nave, pintada con un dibujo de Bansky que representa una niña que sostiene un salvavidas en forma de corazón, toma su nombre de una anarquista francesa del siglo XIX, famosa por su militancia activa y su labor social en La Comuna de París, el movimiento revolucionario que gobernó esa ciudad entre marzo y mayo de 1871.
La aportación de Bansky al proyecto es exclusivamente económica; al frente de la tripulación del Louise Michel se encuentra la activista Pia Klemp, cuya historia llamó la atención del artista y le animó a colaborar económicamente con ella. Pia Klemp es capitana de barco, y ha colaborado con diferentes ONG alemanas en operaciones de rescate en el Mediterráneo, salvando la vida a miles de migrantes. En 2017 el barco que pilotaba en ese momento, el Iuventa, fue secuestrado en el puerto de Lampedusa, acusado por el gobierno italiano de fomentar la inmigración ilegal. En declaraciones a The Guardian reproducidas estos días en diferentes medios, Pia Klemp ha señalado que no considera los rescates de migrantes como acciones humanitarias, sino como parte de la lucha antifascista.
Tras una primera operación de rescate de 89 migrantes llevada a cabo con éxito el pasado 27 de agosto, el Louise Michel pidió ayuda dos días después al encontrarse inmovilizado al máximo de su capacidad, tras afrontar un nuevo rescate, esta vez de 219 personas, y fue auxiliado por el Sea-Watch4, embarcación vinculada a Médicos Sin Fronteras, que se hizo cargo de 150 de los migrantes rescatados por el primero.
Los proyectos y las acciones de Eliasson y Bansky son, cada uno a su manera, una muestra de las distintas formas en que pueden concretarse las relaciones entre artes y migraciones, a la vez que un reflejo del compromiso social de sus promotores.
Luis Guerra, catedrático de Lengua Española en la Universidad Europea de Madrid, es uno de los investigadores principales del proyecto INMIGRA3-CM, financiado por la Comunidad de Madrid y el Fondo Social Europeo.