Treinta y seis años atrás del atentado terrorista más mortífero de la historia, nació Basar Al Assad, el 11 de septiembre de 1965 en la capital de Siria, Damasco. El segundo de los cinco hijos de Hafez al Assad, presidente de Siria durante 29 años gracias a un golpe de estado y un mandato manchado por el asesinato de 20.000 civiles, en Hama, durante una revuelta suní en 1982, pero esa, esa es otra historia.
Al morir el hermano mayor de Bashar, y primogénito del anterior presidente, en un accidente de tráfico, tuvo que abandonar sus estudios de oftalmología en Londres y comenzar su carrera militar en Siria para su futuro como presidente.
Cuando murió su padre, el 17 de junio de 2000, fue declarado presidente por el Parlamento tras un referéndum popular. A su llegada al poder, todas las esperanzas estaban puestas en él, a pesar de ser heredero del duro régimen que dejo Hafez, pero aun así su falta de carisma, además de su edad, parecía que dirigiría a Siria hacia un camino más democrático. Pero las esperanzas tardaron menos de un año en desaparecer al comenzar a arrestar activistas y opositores al régimen.
Bashar al Assad es un maquiavelo que mueve los hilos o la cara visible de un régimen que parecía inexpugnable hasta que en 2011 estalló la guerra civil. Ha sabido valerse del férreo sistema político construido por su padre para mantenerse en el sillón presidencial a pesar de los más de cinco años de guerra civil y un número de muertos que supera ampliamente los 400.000 y 5 millones de refugiados, dentro y fuera de Siria.
Su figura despierta pasiones entre los sirios, que lo odian hasta morir o lo idolatran, dependiendo de su cercanía con el régimen, aunque la gran mayoría de personas solo quiere vivir en paz.
La gran baza de Al Assad es la institución castrense, dirigida por oficiales próximos al régimen pertenecientes a la secta alauí -chií, a la que él mismo pertenece, dentro de un país en el que su mayoría es suní, una historia que nos suena a todos, pero a pesar de intentar mostrar una cara moderna, presentándose en actos públicos con su esposa Asma, con la que tiene tres hijos, Bashar Al Assad ha demostrado ser digno heredero de su padre.
Actualmente, está acusado de haber usado armas químicas contra la provincia rebelde de Idlib, donde murieron 92 personas, entre ellas 30 niños, según la organización Human Rights Watch. A pesar de haber negado el ataque, todas las bazas apuntan a que fue orden del régimen.
Este es Bashar Al Assad, el hombre que dirige la matanza que se está viviendo en Siria, el hombre que unos respaldan y otros dan la espalda.
Isabel Garbisu