El 14 de junio comenzará el mundial de futbol en una Rusia con una tensa situación política internacional. Sería estupendo que el fútbol y la política no se mezclaran, pero como hemos podido ver en varias ocasiones, incluso en nuestro propio país esta temporada, el fútbol y la política van de la mano.
No sorprende, por tanto, que se empiece a hablar de que Putin disfrutará más del Mundial por la propaganda que le pueda dar a su gobierno, que por el fútbol en sí, que dicho sea de paso, no es un deporte que le apasione. Se habló también de la posibilidad de que algún país intentase boicotear este mundial, debido a las malas relaciones internacionales que hemos visto, las cuales han causado que hasta una veintena de países expulsaran diplomáticos rusos. Ayudó a deshacerse un poco de esta segunda idea que Estados Unidos no se clasificara para el mundial.
Quién más claro ha sido cuando ha tenido que hablar sobre si Putin utilizaría el mundial como una estrategia propagandística ha sido Boris Johnson, que ha dicho, y citamos textualmente “Putin va a utilizar el mundial como Hitler hizo uso de los juegos Olímpicos del 36”. Lo que sí pareció cerrar Johnson es la posibilidad de la ausencia de los miembros de la federación inglesa como método de boicot, posibilidad que había abierto él mismo.
Para Vladimir Putin el mundial es una oportunidad única para promocionar a Rusia. El presidente ruso estuvo implicado desde el minuto uno para conseguir que, en 2010, la FIFA le otorgara el mundial a su país. De hecho, mientras la candidatura rusa se encontraba en pleno desarrollo y promoción, Putin alegaba que el mundial permitiría desarrollar el fútbol en Rusia, por lo que habría que hacer programas especiales y construir centenares de campos de fútbol.
Nada más lejos de la realidad, muchos se preguntan si las multimillonarias infraestructuras en las que está invirtiendo el gobierno ruso, son realmente beneficiosas para el ciudadano ruso o simplemente el motivo podría ser el de lavar la cara ante el mundo con los aficionados del fútbol de un país que en los últimos años es visto como un nido de conflictos con una política profundamente militarista. La guerra de Crimea, que además supuso el aislamiento por parte de occidente al antiguo país soviético las acusaciones de asesinato de espías e dejaron la imagen exterior de Rusia en estado crítico, por lo que el mundial es el escaparate perfecto para recuperar algo de rédito internacional.
Algo que no es descabellado pensar, pues a lo largo de la historia encontramos casos bastante reconocidos, cómo la dictadura fascista en el mundial de Italia de 1934 con el “vincere o moriré” de Mussolini o cómo el de la dictadura argentina de Videla en el mundial de 1978, el cual ganó la selección albiceleste.
La historia le dice a Rusia que el fútbol es el instrumento político perfecto de manipulación mediática y por ello Putin hará un despliegue de medios sin precedentes, que se une al primer intento llevado a cabo durante los juegos olímpicos de Socchi en 2014.
Beatriz Pañeda y Antonio Ramírez