En septiembre de 2015 se adoptó la Agenda 2030 para el desarrollo Sostenible. Los 193 Estados Miembros de las Naciones Unidas lo aprobaron, y la misma comprende 17 objetivos de Desarrollo Sostenible, 169 metas, y 232 indicadores.
Esta agenda se basa en los compromisos y normas que ya se enunciaron en la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing y la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW). Además, en el informe de ONU Mujeres sobre Hacer las Promesas realidad, recalca que el alcance del desarrollo sostenible solo se logrará si los beneficios favorecen por igual a mujeres y hombres, y que los “derechos de las mujeres solo serán una realidad se forman parte de esfuerzos mayores por proteger el planeta y garantizar que todas las personas puedan vivir con dignidad y respeto”.
Pese al objetivo de la Agenda 2030 de mejorar la vida de las mujeres y niñas de todo el mundo, esta se enfrenta a un gran número de obstáculos.
Como ya se ha mencionado, los derechos de las mujeres están interrelacionados con el desarrollo sostenible, por lo que sucesos a los que nos enfrentamos hoy día, como la extracción de recursos a gran escala, el cambio climático y la degradación medioambiental, causan el menoscabo de los medios de vida de mujeres y hombres en todo el mundo. A todo ello se ha de sumar la inestabilidad económica y las políticas excluyentes a la que se enfrenta el mundo, que incrementan la desigualdad, y crean divisiones sociales fomentando el surgimiento de conflictos e inestabilidad que provoca el desplazamiento forzado de un gran número de personas. Por ello, ante este contexto, la igualdad de género, así como los derechos de las mujeres se enfrentan a nuevas resistencias desde diversos tipos de fundamentalismo.
Estas circunstancias complican la implementación de la Agenda 2030, pero a su vez, el hecho de que los Estados Miembros de las Naciones Unidas hayan acordado poner en funcionamiento una Agenda que comparta una misma visión de futuro sostenible basado en la solidaridad y en los derechos humanos, acrecienta las razones para poder poner un foco de optimismo en este Proyecto y en su implementación.
La agenda 2030 frente a la exclusión, división y extracción, propone la sostenibilidad, la igualdad, la paz y el progreso humano. Y consta de tres dimensiones transversales que hacen posible lograr una implementación sensible al género, que son: su origen en los Derechos Humanos, entendiendo a los mismos como indivisibles; su aplicación universal y su compromiso en no dejar a nadie atrás y, por último, su carácter y potencial como herramienta capaz de exigir la rendición de cuentas a los gobiernos y otras partes interesadas.
La Agenda 2030 parte de los compromisos jurídicamente vinculantes de respeto, protección y cumplimiento de los derechos humanos de las mujeres, que los gobiernos de los diferentes Estados han asumido. Y no sólo parte de estos compromisos, sino que reconoce la indivisibilidad y la interdependencia de los derechos, y las interrelaciones entre la igualdad de género y las dimensiones del desarrollo sostenible.
El quinto Objetivo de Desarrollo sostenible, es aquel que aborda la igualdad de género, si bien los defensores de la igualdad y de los derechos de la mujer comprendieron que no solo se podía poner en foco en un solo objetivo, sino que la igualdad debe ser comprendida e integrada en otros objetivos y metas, sobre todo en las dimensiones de género de la pobreza, el hambre, la salud, la educación, el agua y el saneamiento, el empleo, el cambio climático, la degradación medioambiental, la urbanización, el conflicto y la paz, así como el financiamiento para el desarrollo, para lograr de este modo una mayor sensibilización sobre la igualdad y los derechos de la mujer.
Gabriela Torres Maldonado
