En los últimos tiempos, existe una alerta ante las crecientes amenazas a la democracia.
Todos los países hacen frente a complejos retos de alcance global, ya sean dentro de sus fronteras o fuera. Retos que van desde la escasez de alimentos a el populismo y la corrupción.
El Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral 2017, establece que el panorama político contemporáneo plantea una serie de retos mundiales a las democracias.
Las principales causas que se nombran en el informe son la globalización, los desplazamientos del poder geopolítico, las estructuras cambiantes de las organizaciones e instituciones supranacionales, así como los fenómenos transnacionales como la migración, que repercute en la ciudadanía y en la soberanía de los Estados. Se cree que estas causas han llevado a la agudización de las desigualdades y la polarización y exclusión social generando una distorsión de la representación y opinión política.
En Europa occidental, por ejemplo, la democracia se enfrenta a desafíos debido a la polarización, lo que ha socavado la cohesión social, lo cual es necesario para un correcto funcionamiento de la democracia. Una de las mayores preocupaciones fue el voto favorable al Brexit en junio de 2016 en Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte para abandonar la Unión Europea.
Por otro lado, surge una inquietud mundial acerca de las restricciones a la sociedad civil, y en países de Europa Central y Oriental como Hungría y Polonia han sufrido un retroceso de la sociedad civil, la libertad de prensa y la libertad de oposición. Estos países han escogido partidos políticos de ideologías marcadas, lo que ha llevado a preguntarse sobre la posibilidad de consolidar en ellos la democracia.
Los principales desafíos a los que se enfrentan las democracias parten sobre su capacidad para afrontar las distintas crisis y desafíos complejos como la naturaleza cambiante de los partidos y la representación política; el dinero y la corrupción; la desigualdad y la exclusión social; la migración, la polarización social, y el multiculturalismo.
Un gran ejemplo de la situación inestable de la democracia actualmente lo hemos visto estos días con los acontecimientos llevados a cabo tras el asesinato del periodista Jamal Khashoggi, consumado en el Consulado de Arabia Saudí en Turquía, que ha causado un gran revuelo internacional dadas las formas en las que se ha cometido.
Tal y como comunica El País, este evento puede condicionar o afectar las relaciones entre ciertos Estados, causando posibles cambios de poder en regiones. Hacemos referencia a la relación entre EE.UU. y Arabia Saudí en concreto, dos Estados que tienen varios contratos millonarios que se podrían ver perjudicados. Sin embargo, esta no es la mayor preocupación que el Gobierno americano debería tener, ya que tener un Aliado como Riad les permite contener a Irán, cuya relación sigue creando problemas a los norteamericanos tras el enfriamiento del acercamiento nuclear.
La debilitación de la relación Saudí-Americana podría incluso tener efectos en la influencia de los americanos en la zona, posibilitando a los rusos a afianzarse en ella. La cuestión es, que, EE.UU. como uno de los estados más democráticos que trata de fomentar la imagen de la democracia al mundo entero, cómo puede permitirse realizar negocios con un Estado que realiza actos antidemocráticos.
El príncipe heredero del Rey Saudí, Mohamed Bin Salman, también conocido como MBS, ha realizado varios cambios de carácter económico en su país, todo ello sin tener en cuenta al Parlamento, unas elecciones ni ninguna autoridad más que la suya propia (El Mundo).
Sin embargo, más allá de que los Saudíes tienen un gran potencial líquido a causa del petróleo, también se debe a sus inversiones. Dentro de estas, también se deberían incluir las transacciones llevadas a cabo con el hoy Presidente Donald Trump. Nos referimos a Alwaleed bin Talal, un príncipe de Arabia Saudí que compró varias propiedades y acciones a Trump en momentos económicos críticos para él. Por lo tanto, hemos de recapacitar sobre la verdadera cara de la democracia, ya que parece ser que para la democracia, cualquier aliado con un bolsillo repleto de dinero puede ser buen aliado, tenga buena o mala reputación.
Como podemos ver nos encontramos en un punto crítico a nivel global ya que, el posicionamiento de los estados en un caso como el que hemos explicado puede crear o destruir relaciones entre los estados y además dependiendo de este posicionamiento la democracia puede sufrir un duro golpe viéndose amenazada por las posiciones extremistas que están en auge a nivel Europeo y global.
Gabriela Torres Maldonado
Raquel Costoyas Rendo
Ruth Galán Sanz
Ignacio Sánchez Clavijo