El 10 de abril se han celebrado las elecciones generales más reñidas de Israel en las que el principal candidato conservador B. Netanyahu y el opositor B. Gantz consiguieron ambos 35 escaños.
Ante la imposibilidad de los candidatos a hacerse con el poder, el partido derechista israelí Likud liderado por Netanyahu conseguirá formar gobierno gracias al apoyo de los otros partidos religiosos ultraortodoxos juntando así 65 escaños en la Knesset (parlamento). Aunque la oposición ha intentado gobernar con el apoyo de los partidos árabes, el partido Azul y Blanco liderado por Gantz tan solo ha conseguido 55 escaños superado así por Netanyahu.
Estas elecciones llegan de forma anticipada tras la disolución del Knesset. La principal causa fue el desacuerdo en el parlamento ante una propuesta de ley que pretendía aumentar el servicio militar obligatorio para los judíos ultraortodoxos. Tras no llegar a ninguna resolución, el Parlamento llevó a cabo la votación para la disolución de la cámara en la que finalmente se consiguieron 102 votos a favor de los 120 posibles.
El primer ministro por aquel entonces Netanyahu, convocó así unas elecciones que según la oposición “ofrecían al público una esperanza de que finalmente podamos cambiar este liderazgo corrupto que ha ennegrecido el rostro de Israel”, como declaró la líder Tzipi Livni.
El presidente israelí Netanyahu empezó su carrera política en los años 90 gobernando durante tres años.
A pesar de ser acusado por sobornos, fraude y abuso de confianza, tan solo cuarenta días antes de las elecciones, el líder derechista Netanyahu cuenta con el apoyo de la mayoría de los ciudadanos ya que para muchos su partido, Likud, es el único que cuenta con la experiencia y peso de encabezar el país. Aunque también ha habido críticas acerca del partido y su líder ya que envió observadores con cámaras ocultas a los centros de votación en las comunidades árabes. Un hecho calificado como “acción ilegal que busca intimidar a los árabes” por parte de la alianza árabe Hadash-Taal, a lo que Likud respondió que se hizo solamente para asegurarse de que los “votos eran válidos”.
Así, con el apoyo popular, el pasado 31 de marzo, cumplió una década como primer ministro del país periodo que se extenderá ahora por una legislatura más.
Tras no obtener la mayoría en las elecciones, el partido conservador Likud cuenta con tres semanas para formar gobierno de coalición, de no ser así se deberían convocar nuevos comicios. El gobierno trata ahora de formarse con el apoyo de otros partidos de la derecha para obtener la mayoría y seguir en el poder. Los posibles aliados de Netanyahu y su partido Likud, son el partido de centroderecha laico (Kulanu), los ultraortodoxos, el ultraconservador laico (Israel, Nuestra casa) y los nacionalistas religiosos (Unión de Partido s de Derecha). El principal partido, liderado por Netanyahu, a pesar de ser acusado por varios fraudes, en la última legislatura ha conseguido reunir 35 escaños, 5 más que en la legislatura anterior. Mientras, desde la oposición, se acusa al primer ministro de intentar aferrarse al poder mediante una reforma legal que le garantice inmunidad ante estas imputaciones.
Al contrario que Likud, el partido centroderechista laico Kulanu, en los últimos comicios ha sufrido una pérdida de 6 escaños. Con esta crisis, el partido valora ahora volver a formar parte de Likud del cual se separó en el año 2013.
Otras dos fuerzas políticas candidatas para formar gobierno son los ultraortodoxos divididos en La Unión por la Torá y el Judaísmo y Shas, que son los dos partidos más votados por la población haredíes (un 11% de la población israelí) y que han visto mejorada su representación obteniendo 16 diputados, 3 más que en los anteriores comicios. La corriente ultraortodoxa pide como condición para apoyar al gobierno de Netanyahu, el veto de la ley de alistamiento al servicio militar que mencionamos anteriormente, que si no se cumple dicen forzar nuevas elecciones.
La ley de reclutamiento sirve también como amenaza por parte del partido ultraconservador laico Israel, Nuestra casa, a la coalición encabezada por Likud.
Por último, sería necesario también para llegar al gobierno de Israel, el apoyo de la Unión de Partidos de Derechas, una alianza ultraderechista nacionalista religiosa.
Con la ayuda de estos partidos, el bloque conservador conseguiría llegar al Knesset con mayoría y teniendo de líder al primer ministro Netanyahu quien declaró “tengo la intención de ser el primer ministro de todos los ciudadanos de Israel. Derecha, izquierda, judíos y no judíos. Todos los ciudadanos de Israel”.
Olatz Aguirre y Antía Soliño