PHOTO/GUILLERMO LÓPEZ – De izquierda a derecha, Julio Andrade, director de CIFAL Málaga; María Rosa Sánchez, concejala del Ayuntamiento de Málaga; y Javier Fernández Arribas, director de Atalayar
Tras dos jornadas repletas de actividad, donde se han abordado temáticas tan diversas como la inmigración, la economía, la seguridad, la cooperación o la cultura, el curso organizado por Atalayar y CIFAL Málaga ‘Magreb y Europa: Entendimiento entre culturas. Relaciones y desafíos’ ha llegado a su fin. La clausura del seminario ha corrido a cargo de Julio Andrade, director de CIFAL Málaga; y Mª Rosa Sánchez, concejala de Turismo y Promoción de la Ciudad del Ayuntamiento de Málaga.
Andrade ha puesto el foco de su intervención sobre el nuevo desafío al que se enfrentan conjuntamente todos los países: la Agenda 2030 y el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). El que ostenta la máxima prioridad es la pobreza, una lacra con la que los Estados no pueden avanzar, ha recordado el director de CIFAL. “Buscamos realizar alianzas, construir puentes”, ha destacado Andrade, quien también ha manifestado la labor fundamental que realizan en su institución, CIFAL Málaga: la prevención de la radicalización. Es necesario “empoderar a los pueblos, a los jóvenes; invertir para que puedan disponer de oportunidades”, ha explicado el director. Su intervención ha concluido con un mensaje contundente: “No podemos culpar a los jóvenes, porque son víctimas de una situación que sería reversible si todos hiciéramos más”.
A continuación, ha tomado la palabra Mª Rosa Sánchez. “Impulsar las relaciones que nos unen a las dos orillas del Mediterráneo es una obligación”, ha sido la primera frase de la concejala, quien ha destacado las actividades realizadas en la capital de la Costa del Sol, enfocadas a la captación de inversiones, la apertura de nuevas vías de negocio y el fomento del turismo. También ha querido referirse a la firma de la Carta de Málaga el pasado 30 de septiembre, entre el alcalde, Francisco de la Torre, y una delegación marroquí formada por una treintena de alcaldes y representantes locales. “Esta carta puede ser una oportunidad para el diseño de todas las políticas que se van a poner en marcha en esta nueva fase de programación [2021-2027], relacionadas con el desarrollo urbano y el desarrollo sostenible, la protección del medio ambiente, la conservación de la naturaleza, la gestión de los recursos naturales o la biodiversidad”, ha asegurado Sánchez. En este sentido, “potenciar las economías locales es fundamental para impulsar el bienestar de la población”, ha concluido la concejala.
La última ponencia del curso ha corrido a cargo del diplomático, jurista y escritor Jamal Eddine Mechbal, bajo el título de “Marruecos y su Sáhara Occidental, pieza clave en la cooperación Magreb-Europa”. El experto ha abierto su intervención lanzando una pregunta: ¿está el Magreb en condiciones de asumir el papel de cooperación con Europa? “Marruecos desde luego que sí, tanto a nivel de infraestructuras como a nivel político”, ha señalado Mechbal. El desarrollo del puerto de Tanger Med, la industria del automóvil, la ciudad tecnológica de Mohamed VI, la red ferroviaria… Son puntas de lanza que han contribuido a la expansión económica del reino alauita.
Para llegar a este nivel actual, el diplomático ha hecho referencia al reinado de Hasan II, que “forzó” la creación de una burguesía nacional para que fuese la locomotora económica del país. Tras su muerte, y con la entronización de Mohamed VI, siguieron abiertos diversos desafíos en materia de pobreza y desigualdad. En esta línea, se lanzó la Iniciativa de Desarrollo Humano, dirigida a fomentar el desarrollo de las regiones del norte que unían al país con el sur de Europa y de las regiones del sur colindantes con el norte de África -entre ellas, el Sáhara-. Los tres objetivos que ha perseguido desde entonces Marruecos han sido: en primer lugar, convertirse en una plaza privilegiada en África para atraer las inversiones internacionales; en segundo lugar, constituirse como inversor activo en el continente; y, en tercer y último lugar, configurarse como el enlace perfecto para la circulación de los negocios, y para las operaciones triangulares.
En el caso concreto del Sáhara, Mechbal ha destacado el plan para el desarrollo que existe actualmente, dotado con 8.000 millones de dólares, para la promoción de sus diversos sectores: agrícola, pesca marítima, ecoturismo, industria, infraestructuras, y un largo etcétera. Una universidad multidisciplinaria, un centro de investigación tecnológica, un centro hospitalario universitario, así como 13 proyectos industriales y 5 inmobiliarios, se han llevado a cabo o se están llevando a cabo en el territorio saharaui.
Todo ello ha permitido ya la obtención de los primeros frutos: la aparición de una burguesía saharaui que consolida el sector privado marroquí, al igual que en el plano nacional, que también es activa a todos los niveles y promociona la apertura hacia los negocios internacionales. Con el surgimiento de esta nueva clase política, se han erigido líderes saharauis que han sido elegidos por la población en elecciones democráticas como verdaderos representantes legítimos, desplazando al Frente Polisario y su influencia.
Estas figuras, a su vez, están jugando un papel importante, puesto que sus opiniones están siendo tomadas en consideración por las instituciones internacionales, como la Unión Europea, donde han participado en la negociación de los acuerdos sobre agricultura y pesca; o la Organización de las Naciones Unidas (ONU), donde han asistido -y asisten- a las conversaciones auspiciadas por dicha entidad sobre la ordenación del territorio, dentro de la delegación marroquí. El diplomático ha querido recordar, asimismo, que, en las partidas presupuestarias de Estados Unidos reservadas a Marruecos, se incluye el Sáhara como parte integrante.