El Reino Unido ha dado un mazazo a la credibilidad de la Unión Europea pero como ha dicho la exvicepresidenta de la Comisión, Viviane Reding: es mejor un buen divorcio que un mal matrimonio.
Toda separación suele ser dolorosa al inicio. En el plano económico ya se está viendo. La libra sufre su mayor caída desde 1985 y los mercados bursátiles se hundieron mientras el Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra preparaban su inyección de liquidez para evitar el caos.
A nivel político, la UE debe dar una respuesta de unidad para que no haya efecto contagio en el resto de la UE, sobre todo, allí donde el populismo es más fuerte. Los presidentes de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, del Parlamento Europeo, Martin Schulz, y el del Consejo, Donald Tusk, deben ser muy firmes en su respuesta para evitar nuevas consultas populares en Europa sobre la permanencia en la Unión o sobre asuntos particulares como el espacio Schengen o el euro.
Los 27 estados miembros deben mostrar a Londres que la salida de la UE no es gratuita y que tiene graves consecuencias, de lo contrario el efecto dominó se puede producir en varios países europeos. Los partidos populistas de extrema derecha en Francia y Holanda ya han dado un paso al frente. La líder del Frente Nacional, Marine Le Pen, ya se ha pronunciado a favor de una consulta popular desde París al igual que el líder ultraderechista holandés, Geert Wilders, que también ha hecho lo mismo desde La Haya.
En los países nórdicos, Suecia suele estar de acuerdo con los planteamientos británicos sobre la UE y la extrema derecha, que ha crecido después de la entrada de miles de refugiados, también podría seguir los pasos de Londres. Algo parecido puede suceder en Dinamarca, que como el Reino Unido tiene cláusulas de ‘opt-out’ y no desea ceder más soberanía a Bruselas.
La preocupación de Bruselas se extiende a los países del centro y este de Europa, donde Hungría tiene previsto celebrar un referéndum para decidir si deben o no aceptar la cuota de refugiados que le impone la Comisión Europea. Polonia, pese a que no estará por más integración europea, es probable que no quiera realizar consultas, pues es el país que más dinero obtiene de los fondos europeos. En las instituciones europeas también se está pendiente de los países bálticos, que podrían verse afectados por las tensiones entre su población más proeuropea y las minorías pro-rusas.
El propio Reino Unido va a tener problemas internos que podrían influir de nuevo en movimientos independentistas de otros países como España. La mayoría de los escoceses han votado por permanecer en Europa y la ministra principal escocesa, Nicola Sturgeon, ya ha advertido de que los resultados pueden empujar a un nuevo referéndum. Y en Irlanda del Norte, el viceprimer ministro, Martin McGuinness, pide votar en pos de la reunificación.
Por su parte, Gibraltar podría comenzar a mirar con buenos ojos a España pues el Brexit les va a provocar un golpe económico que comenzará con devaluación de salarios; veremos qué sucede en la frontera.
Por estas razones, los jefes de Estado y de Gobierno de los 27 en su cumbre del próximo martes deben exigir de nuevo al Reino Unido que active cuanto antes el artículo 50 del Tratado de Lisboa para iniciar la retirada de la UE. A continuación, deberían lanzar un mensaje de fortaleza y unidad que debería ir en dos direcciones: la primera, hacia la unión económica, que se base en el ‘Informe de los cinco presidentes’ que lleve a la UE hacia la unión bancaria, los eurobonos y el Tesoro europeo. Otra, hacia la unión política, con una hoja de ruta clara que quizás conduzca a una Europa a dos velocidades, una federalista y otra más intergubernamental.
La federalista, que deberían encabezar los países de la eurozona, avanzará hacia una política de seguridad y defensa comunitarizada, que deben encabezar Francia y Alemania y que implicará mayores cesiones de soberanía. Y en la intergubernamental, con los estados que no quieren seguir la ruta de la integración sino recuperar competencias a nivel nacional.
El Brexit puede convertirse de amenaza en oportunidad hacia una Europa más integrada, pero el golpe de mano de los 27 debe ser duro y con consecuencias negativas para Londres con el fin de evitar más fugas. La UE necesita un plan ilusionante con una hoja de ruta clara, si quiere dejar de usar la palabra crisis y mantener su capacidad de atracción a nivel mundial.
Artículo publicado en elconfidencial.com