El martes 17 de mayo se ha celebrado una nueva fase de la cumbre de Viena, encabezada por Estados Unidos y Rusia, para tratar el proceso de paz en Siria. Tras la reunión, el ministro de exterior alemán Frank-Walter Stenmeier declaró que se intenta dialogar con la oposición siria para mejorar las condiciones de la tregua y mejorar la distribución de la ayuda humanitaria. Por su parte, el secretario de Estado de los Estados Unidos, John Kerry, ha afirmado que “en la reunión los países presentes se han comprometido en el apoyo del cese de las hostilidades en un alto al fuego”, y “quien rompa este acuerdo quedará fuera del pacto. Pero reconoce que los avances logrados en los últimos años son débiles y están amenazados”.
La cumbre se produce en un ambiente marcado por la muerte del jefe militar de la organización terrorista islámica Hezbollah, Mustafa Amine Badreddine, murió el viernes 13 de mayo a causa de una explosión en Siria cerca del aeropuerto de Damasco. Se trata de uno de los mayores golpes a esta organización financiada y armada por Irán que lucha para sostener al régimen del presidente sirio, Bashar Assad.
En un principio, el canal de televisión al-Mayadeen vinculado a la organización de Hezbollah, atribuyó el ataque al régimen israelí, sin embargo un segundo comunicado del grupo armado no mencionó a Israel. Por su parte, el gobierno de Israel no ha desmentido ni confirmado la acusación, se abstienen de hacer comentarios hasta que se realicen más investigaciones.
El diario libanés Al Akhbar, asociado al colectivo extremista, destacó que el grupo buscará una represalia por la eliminación de su comandante con el propósito de enviar un fuerte mensaje de que no permitirá que los ataques contra sus altos cabecillas queden impunes.
En el funeral, el vicesecretario general de Hezbollah, Sheij Naim Qassem declaró que “continuarían combatiendo contra Israel y sus aliados”, no van a aceptar ser humillados en su país y afirmó que “iban a impedir que los que promueven la incredulidad superen la fe, empleando el método que fuese necesario para proteger la resistencia hasta la victoria”.
Nacido en 1961, Badredín fue entrenado por el movimiento palestino Al Fatah. En 1983 es condenado a muerte en Kuwait por su presunto papel en un atentado extremista, aún así en 1990 consiguió escapar de la cárcel y regresó al Líbano para integrarse en la cúpula de Hezbollah. Una vez allí se convirtió en el líder de la milicia chiita y según una esquela publicada por la televisión Al Manar, portavoz de Hezbollah.
Javier Gutiérrez, Caterina Vilaire y Koldo Mansilla
