Blog publicado en www.larazon.es
La democracia se distingue de otros sistemas por diversos motivos, entre otros: el respeto por la decisión de la mayoría con atención a las minorías; el sometimiento a las leyes encabezadas por la Constitución; el tratamiento legal de todos los ciudadanos por igual; el reconocimiento de unos derechos básicos y la garantía de las libertades ciudadanas; o el equilibrio institucional. Desde su origen la opinión pública juega un papel prioritario en democracia para entender la voluntad ciudadana y valorar la acción de gobierno. La prensa libre es uno de los instrumentos necesarios en el proceso de racionalización y control social del complejo funcionamiento del sistema al que John Locke calificó en su momento como un régimen de opinión.
Aunque los primeros 30 días de Presidencia han generado preocupación dentro y fuera de los Estados Unidos, lo cierto es que la democracia americana sigue su curso asumiendo el reto de responder al desafío de cambio radical y con tintes populistas de la nueva administración, desde la convicción social y política sobre la fortaleza del sistema. El 62% de la ciudadanía norteamericana, votante o no de Trump, se sintió reconfortada con la destitución de un Consejero de la Seguridad Nacional, cuando los medios revelaron que había mantenido conversaciones con una potencia extranjera sobre cuestiones no permitidas por el sistema.
Resulta igualmente razonable pensar que a una parte mayoritaria de la población no le ha parecido mal que el juez James Robart, propuesto por el republicano George W. Bush, en el ejercicio de su responsabilidad institucional, haya dado la vuelta a una decisión presidencial sobre la entrada de viajeros procedentes de siete países musulmanes. Y tampoco da la sensación que las protestas contra la llegada de Trump a la Casa Blanca hayan sido recibidas por la sociedad como una muestra de desorden civil, sino como un derecho de los ciudadanos a manifestar su rechazo a unos valores que el Presidente quisiera imponer dando la espalda, según ellos, a decisiones anteriores, aprobadas democráticamente.
El propio sistema exige al Congreso una mayoría de 60 senadores para aprobar buena parte de las cuestiones propuestas y anunciadas por el Presidente. El líder natural de la oposición demócrata en la Cámara Alta, Chuck Schumer, neoyorkino y vinculado a la construcción como Trump, es ahora el responsable de buscar los acuerdos necesarios para que políticas como las impositivas, los tratados comerciales o las relativas al impulso de las infraestructuras puedan avanzar en beneficio de la sociedad, si así lo considerase una mayoría cualificada del Congreso.
La política en democracia es más compleja que en sistemas autoritarios o de signo populista que, como en Venezuela, mantienen a dirigentes de la oposición en la cárcel. Donald Trump ya se ha incorporado, a través de su cuenta de twitter, a los líderes mundiales que reclaman la excarcelación de Leopoldo López. En un gesto presidencial que confirma la posición de la administración frente a quienes hayan pensado, durante este mes, que a la democracia americana le había llegado su hora. La opinión, la oposición y unas instituciones fuertes y libres señalan lo contrario.
José Mª Peredo es Catedrático de Comunicación y Política Internacional