Eglee Daniella Ramunno y Yassmin El Attabi
Las elecciones alemanas del 26 de septiembre han traído consigo sentimientos encontrados, por un lado, traen aires de cambio al panorama político alemán y, por consiguiente, al europeo; así como traen olas de incertidumbre.
¿Qué va a hacer Alemania ahora sin Angela Merkel? Sobre todo, en un complejo mundo de recuperación económica tras la recesión originada por la pandemia de Covid-19.
Los resultados señalan que el partido ganador es el SPD (Socialdemócrata) con 206 escaños, a 10 escaños de diferencia del CDU/CSU, partido de la canciller Merkel. Sin embargo, no son escaños suficientes para hacer un gobierno en solitario, por lo que los socialdemócratas negocian una de las dos coaliciones beneficiosas para elegir al futuro canciller: la “coalición semáforo” conformada por socialdemócratas, los verdes y los liberales u otra “gran coalición” (SPD y CDU) con Olaf Scholz como Canciller. Por otro lado, los conservadores persiguen mantener el poder con la ‘coalición Jamaica’ con los verdes y los liberales.
La gran coalición centrista engloba a los dos grandes bloques alemanes: el conservador integrado por la CDU/CSU y el socialdemócrata, se tuvo en consideración bajo el manto de Merkel, pero, tras su retirada, parece una elección menos acertada teniendo en cuenta el auge de otros partidos que son más afines a las dos formaciones principales. Además, esta formación política ha afectado duramente al SPD, al cual le ha costado venderse como alternativa a Merkel luego de ser su muleta durante los últimos años. El SPD lanzó como impulso para su campaña electoral la presentación de un programa repleto de medidas sociales para recuperar a los trabajadores y las clases medias además de subrayar la importancia de la lucha contra el cambio climático para disputar el terreno a los ecologistas.
Las diferentes coaliciones políticas traen consigo distintos acercamientos a temas de interés nacional e internacional. Por lo tanto, no es sorpresa que uno de los puestos más disputados sea el de ministro de Finanzas, donde ambos partidos potenciales a ser aliados tienen perspectivas muy diferentes, Lindner, líder de los liberales, aspira el cargo, al igual que Habeck, diputado de los verdes.
El primero sería un defensor de la ortodoxia presupuestaria, enemigo de la idea de financiar deudas extranjeras con dinero alemán y ajeno a una mayor integración europea, lo que sería también un gran contraste con el gobierno de Merkel, quien ha sido reconocida por su liderazgo en materias europeas, al mismo tiempo que estableció límites dentro del marco económico de la UE.
Por otro lado, Habeck, siguiendo el programa de campaña electoral promete mayor inversión climática, junto con una defensa de la cooperación en temas climáticos, incluyendo colaboración dentro de la UE, esto yendo en consonancia con los estándares ya establecidos y el creciente interés de los países del mundo en la preservación del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático.
Y es justamente la situación climática mundial la que ha marcado la pauta en estas elecciones y la que cambiará el futuro de las relaciones internacionales, en el caso de Alemania los resultados electorales presentan un dilema y es el producido por el Nord Stream 2, gaseoducto que ha costado 9.000 millones de euros y transportará el gas desde el Ártico ruso hasta Alemania a través de las cañerías instaladas bajo el Mar Báltico.
Con el aumento de la demanda del gas en los últimos años se ha desencadenado la subida del precio de este, con este clima Alemania necesita buscar alianzas ya que es la sede principal de grandes industrias como la automovilística. Mientras Estados Unidos mira a otros sitios del mundo para buscar aliados, Alemania se ve en posición de refugiarse en un gran aliado económico como puede serlo Rusia, surgiendo el acuerdo de construir un gasoducto de 2.460 kilómetros de tuberías que transportará gas desde el Ártico hasta Alemania como alternativa a los gaseoductos que atraviesan Ucrania. Estas medidas se temen que se vean interrumpidas por Moscú como táctica de presión debido al conflicto abierto que se mantiene por la ocupación ilegal de Crimea, además del apoyo por parte del gran país ruso hacia los separatistas en el este del país.
Desde países como Polonia y Ucrania aseguran que el único beneficiario del megaproyecto es Rusia, aunque tanto Merkel como Biden declaran que evitarán el uso de energía como arma impulsando una acción efectiva a nivel europeo, incluyéndose las pertinentes sanciones para limitar las posibilidades que Rusia pueda tener de mantener exportaciones a Europa en el sector energético. A su vez, el país germano, aseguró su compromiso con la creación de un Fondo Verde, que ayudará a Ucrania a desarrollar otro tipo de energías sostenibles además de asegurar la sostenibilidad y la seguridad del centro de Europa, sino el proyecto supondría el peligro de dejar toda esa zona sin gas sin necesidad de cortar el suministro a Alemania lo cual supone una amenaza política, militar y energética.
Hasta ahora el gobierno alemán ha sido pragmático al respecto, en políticas públicas condena la actuación rusa en Crimea, pero por el lado económico ha buscado aliados en materia energética y se ha encontrado cómodo con este proyecto energético. Sin embargo, esta situación podría cambiar con la llegada de los verdes como una fuerza dentro de un futuro gobierno.
Los Liberales y los verdes, con el poder de decidir su acompañante principal en el Bundestag, también consiguen puntos en común, principalmente en la perspectiva futurista de Alemania, ambos partidos están interesados en la modernización de Alemania, incluyendo en su política exterior y la materia medioambiental cobra más fuerza con los verdes, también esta modernización incluye la reducción de la burocracia en el país, que según comparten ambos partidos, son medidas necesarias que no han sido protagonistas en el gobierno de Merkel. Esta preocupación de futuro ha sido muy importante para ambos partidos, gracias a sus perspectivas estos partidos tienen un electorado joven y urbano a diferencia de las otras fuerzas parlamentarias.
Las decisiones que se tomen en los próximos días serán trascendentales para el futuro de la Política Internacional, la mayoría de los líderes del mundo tienen su atención puesta en las discusiones que se están llevando a cabo en Alemania por el impacto que los partidos en el poder tengan en las relaciones con sus respectivos Estados y, porque Alemania toma la Presidencia del G7 en enero. Definitivamente el mundo cambiará tras la Alemania post-Merkel.