Noelia Pintó y Andrea Romero
Tras 16 años como canciller, Angela Merkel pone fin a toda una era de esplendor para Alemania. Sin embargo, la imagen del país que Merkel ha construido durante su mandato no será fácil de olvidar. Su pragmatismo y política libre de estridencias ha conseguido que la primera economía europea marque la agenda regional y global, a la vez que se convertía en la imagen del país y comenzaba a ser denominada como “la mujer más poderosa del mundo”.
Hablamos de una figura inusual desde el principio, pues se trata de una mujer, científica y original del este. Por supuesto, los obstáculos en el ascenso no fueron escasos, comenzando por la infravaloración que sufrió por parte de los dirigentes políticos. En aquellos años 90, los hombres católicos procedentes del oeste eran incapaces de aceptar que una mujer tuviera la capacidad de triunfar en un entorno político en el que las redes de contacto son por norma general masculinas. Pese a ello, Merkel se sobrepuso al menosprecio y se hizo un hueco en el área, siendo en la mayoría de ocasiones la única mujer en el sitio.
Inició en la Cancillería como líder de la Unión Cristiano Demócrata (CDU) en 2005, y a partir de ahí se le han atribuido muchos méritos, los cuales han incrementado la visión moderna y la popularidad de Alemania. El simple hecho de ganar las elecciones de dicho año ya supone un logro, dado que se estableció como la primera mujer y la más joven (tenía 51 años) en ocupar el puesto de Canciller. El segundo de los méritos se remonta a 2008, cuando la crisis financiera debilitó a países como España o Italia. Sin embargo, la postura impasible de la Canciller frente a la fragilidad del Euro le aseguró no sólo la confianza del pueblo, sino también la proclamación de Alemania como gran potencia con la estabilidad financiera más sólida de Europa.
Otro de sus logros se debe a la crisis migratoria de 2015, cuando abrió las fronteras alemanas para permitir el paso a los refugiados que huían de los conflictos armados. Más de un millón de personas solicitaron asilo en el país, por ello nació la célebre frase “Wir schaffen das”, que se traduce como “podemos hacerlo”. Una posición inesperada y criticada por los más conservadores y ultraderechistas. Sin embargo, este Soft Power alemán hizo ver al país como uno de los más solidarios y preocupados por la situación, ya que acogió a casi el 40% de las solicitudes de refugiados de Europa. Sin duda, la influencia que ejerció Alemania abrió la veda a que otros países, como Austria y Suecia, también acogieran una gran afluencia de refugiados y por ello se señala como un hito en la carrera de la canciller.
En 2017, entró en vigor en Alemania una nueva ley que acepta el matrimonio entre personas del mismo sexo tras una mayoría en el Parlamento. Merkel, como jefa del grupo parlamentario democristiano, votó en contra de la propuesta. El partido conservador se había resistido históricamente a ello, motivo por el cuál la Canciller se aferró a la Constitución. No obstante, Angela afirmó que había cambiado de opinión respecto a la adopción por parte de parejas homosexuales y admitió que se había visto obligada a considerar su postura sobre el tema. Además, afirmó que, bajo su punto de vista, las personas pertenecientes al colectivo LGTB poseían el mismo valor que las demás. En aras de este discurso, instó al voto “con conciencia” de los parlamentarios.
Cabe destacar que, durante la crisis del coronavirus, la canciller alemana ha demostrado su autoridad y control en el manejo de las restricciones llevadas a cabo para disminuir los contagios entre la población. Lo cual, también fue visto como uno de sus logros.
Por último, se le debería de otorgar otro mérito no sólo a Merkel, sino también a Alemania. Merkel ha liderado el mandato más largo desde la II Guerra Mundial. Para muchas personas, Alemania no ha sido un país referente en la eliminación de la brecha salarial, ni tampoco en la desigualdad de género. Sin embargo, la canciller alemana desde luego ha sido, y seguirá siendo, un gran modelo a seguir no sólo para las mujeres jóvenes, sino también para todo el mundo. Merkel, al rodearse también de mujeres tanto en puestos clave, como de consejeras cercanas, ha influido más en la consolidación de la mujer en el mundo laboral, que otros países europeos con una desigualdad menor. Asimismo, alcanzó el puesto prácticamente fijo en encuentros internacionales como el G7 o el G20, mientras los representantes de otros países rotaban. En parte, gracias a ella se ha consolidado una Unión Europea unida, dada la creciente voluntad de dejar el poder económico europeo al servicio de la UE en su alzamiento como actor global.
Desde luego, la madre de Alemania, haciendo uso de su Soft y Smart Power, ha conseguido lo que muchos otros líderes mundiales han tratado de hacer, pocos con éxito, dejar una marca imborrable en el país, y ser un referente mundial.