Hace ya más de 60 años que las dos Coreas acordaron un alto el fuego en la sangrienta guerra que provocó más de tres millones de muertos , pero el conflicto entre ambos países sigue más que vigente en la actualidad. Con la proliferación de armas nucleares en Corea del Norte en los últimos tiempos, el conflicto coreano ha adquirido una relevancia internacional que antes no tenía.
Corea siempre ha sido una región geográfica muy interesante para tener como aliado, y eso hace que los grandes actores internacionales quieran estar presentes en la región y controlarla. Por otro lado, el enfrentamiento entre Corea del Sur y Corea del Norte representa a un conflicto ideológico, en el que las grandes democracias luchan por acabar con los últimos vestigios del comunismo radical.
Aunque hay dos bloques claramente diferenciados, no es menos cierto que a ninguno de los actores del conflicto, ya sea por proximidad geográfica o por desavenencias ideológicas, le hace especialmente gracia que Corea del Norte tenga armas nucleares y se dedique a hacer ensayos para mostrar su “presunto” poder. De todas formas, Corea del Norte cuenta con el apoyo incondicional de Rusia y, en menos media, con el de China, pero no está muy claro si por simpatía por el régimen norcoreano o por su animadversión a los Estados Unidos. Los americanos son, en este caso junto con JKapón, los principales valedores de la democracia de Corea del Sur.
Corea del Sur tiene fama de tener una de las democracias más consolidadas del mundo, mientras que sus vecinos del norte no pueden presumir de lo mismo. Corea del Norte está llevando a cabo en los últimos años una campaña de nuclearización de su país que mantiene en vilo al resto del planeta. Esto ha hecho que Estados Unidos, que alardea de ser el defensor de la paz mundial aunque es el país con más cabezas nucleares del mundo, liderados por su nuevo presidente con un discurso bastante radical, haya puesto el foco de gran parte de su política internacional en esta región.
Es importante también destacar los intereses de los países vecinos de las Coreas. China, gran canalizador de la política en Asia, ha visto como los acontecimientos de los últimos meses en la zona (reuniones bilaterales, cumbres importantes, etc.) le han hecho perder parte de su poder. De todas formas, China no vería con buenos ojos una posible reunificación o paz coreana, ya que esto vendría acompañado de un aumento de poder de los Estados Unidos, salvo que Corea del Norte tuviese más poder en una posible Corea reunificada.
El otro país con grandes aspiraciones en el conflicto coreano es Japón. El país del sol naciente siempre ha mantenido una posición hostil con el régimen norcoreano, ya que la nuclearización de estos les afecta directamente por proximidad geográfica, y también acusa a los norcoreanos de los secuestros de ciudadanos japoneses el siglo pasado por parte de la inteligencia de Corea del Norte. Una Corea unida y más fuerte significaría una pérdida de valor evidente de Japón, que quedaría relegado a un papel secundario, que se vería acrecentado por su condición de isla.
Es evidente que la guerra de las Coreas sigue su curso, aunque no sea de manera militar. Pero el futuro del conflicto también es esperanzador. El conflicto, que se ha globalizado desde el final de la Guerra Fría hasta ahora, puede tener soluciones diplomáticas visto las buenas intenciones del nuevo presidente surcoreano, Moon Jae-In , y del líder norcoreano Kim Yong-un, que ha llegado a declarar en las últimas semanas su intención de abandonar las armas nucleares de manera definitiva, así como de abrir su país al mundo de manera progresiva.
Por tanto, este conflicto nos deja varias piezas por encajar, ya que la posible paz en la península coreana no asegura que la democracia triunfe sobre el comunismo, con lo que las consecuencias de esta reunificación son inciertas. Pero una cosa es evidente, y es que a todos los países de la región les interesa la desnuclearización de Corea del Norte, pero quizás no a todos les hace gracia la idea de una reunificación.
Javier Yanes Garrido
David Jiménez Ballesteros