Incorporamos a partir de esta semana a Miguel Carmelo como firma del Observatorio de las Relaciones Internacionales.
Periódicamente publicará un artículo en la sección “Siempre aprendiendo”, sobre temas relacionados con la educación, el emprendimiento, el talento y la innovación.
En esto del emprendimiento, como dice Rosa García, presidente de Siemens España y miembro del Consejo Universitario de la Universidad Europea, “si hay que fracasar, que sea rápido”.
Lo que mejor define nuestros tiempos, incluso más que la tecnología, es la innovación. Los avances en la ciencia han conseguido liberar nuestra capacidad de creación y han puesto el emprendimiento al alcance de todos. Esta cultura de la innovación constante, expresada en emprendimiento o intraemprendimiento (cuando se hace en el contexto de una organización ya establecida), ha venido para quedarse y ha cultivado a sobre todo a los jóvenes.
“Sabemos mucho y actuamos poco” era algo así como el lema de las generaciones anteriores. Ahora, saber es crear; actuar es innovar. Pero, ¿se ha adaptado el sistema educativo a los nuevos tiempos? La respuesta, como cantaría Bob Dylan, está en el aire. Considero que hay ejemplos afirmativos loables en muchos centros educativos y en muchos niveles de enseñanza. Pero tengo más dudas para afirmar que ya es la norma en nuestro sistema educativo. Muchos todavía piensan que la educación es sobre todo acumular conocimientos de una manera memorística y poco práctica. Que pensar está reñido con actuar. Y que la escuela no está para enseñar competencias de emprendimiento.
Sin embargo, los jóvenes saben, no sólo porque lo intuyen sino porque lo leen, que la mayoría de los empleos del futuro están aún por inventarse. Así que se han puesto a ello de una manera contagiosa. Démosles espacio para que así sea, ayudémoslo con formación y con inversión. Y, cuando se equivoquen, animémosles a levantarse rápido para empezar de nuevo.
Miguel Carmelo