En 2017 se conmemora el centenario de la Revolución Rusa, un movimiento social que no solo tuvo repercusión en el propio país sino que también afectó a las bases políticas mundiales, siendo un acontecimiento clave en la historia de la primera mitad del siglo XX.
Lenin, seguido por Stalin comenzó un régimen comunista que dio un vuelco a Rusia, cambiando su economía y sus sociedades. Este hecho sirvió como ejemplo para posteriores agitaciones sociales en Europa y en el mundo.
Estos diez días, que comenzaron en octubre de 1917 según el calendario juliano, estremecieron al mundo dando forma a lo que conocemos como socialismo. El comienzo de esta desestabilidad se remonta al invierno de 1905 cuando se comenzó a resquebrajar el sistema zarista.
A día de hoy, Vladimir Putin, el actual presidente ruso, ha mantenido discreción con respecto a esta fecha. Sus razones son que no se recuerde este suceso como algo para festejar, dado que considera que la caída de la Unión Soviética fue “la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX”.
Además, el presidente decidió cerrar el mausoleo donde se conserva el cuerpo de Lenin para evitar agitaciones sociales, puesto que quiere mantener un ambiente de calma para las elecciones presidenciales de marzo de 2018. Las encuestas indican un apoyo del 74% a su propuesta de reelección.
Para el actual gobierno no es un día que celebrar, asegura el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov. El Kremlin ha preferido recordar aquel 7 de noviembre de forma tranquila, para que como dijo hace meses el presidente Putin “ni se demonice, ni se idealice”. Y es que para el gobierno, la fiesta importante es el Día de la Unidad de la Patria, celebrado el 4 de noviembre.
Pero el silencio de Putin no implica el silencio del pueblo ruso. El distanciamiento hacia el centenario viene dado por la división ideológica existente en la población, entre detractores y seguidores, soviéticos y antisoviéticos. En concreto, el pasado 5 de noviembre fueron detenidos un centenar de manifestantes por salir a la calle en respuesta al pronóstico de una nueva revolución, impulsada por Viacheslav Maltsev (fundador de un movimiento extremista llamado Artpodgotovka).
Esta fecha vuelve a traer algo de agitación. En San Petesburgo ha comenzado un festival para rememorar el hecho. Para el domingo se había previsto un concierto titulado ‘La Hoz y el Martillo’, pero fue cancelado por una amenaza de bomba. Por otro lado, representantes de partidos comunistas de la antigua URSS comenzaron una marcha en la capital rusa. Alzaban pancartas con mensajes tales como: “Viva la Gran Revolución socialista de Octubre”, “Lenin vivió, vive y vivirá”. Las juventudes comunistas gritaban “¡Revolución, Revolución, Revolución!”, y el líder de los comunistas rusos Gennadi Ziuganov declaró que “ninguna mentira ni tampoco ninguna provocación tacharán jamás el significado y la grandeza del Octubre”.
Aun así, la sociedad muestra sentimientos contradictorios, ya que el 60% de los rusos están a favor de dar definitivamente sepultura al cuerpo del fundador de la URSS, pero la otra mitad piensa que es una decisión precipitada que corresponde tomar a una generación futura, principalmente por temor a una nueva desestabilidad en el país.
Diego Cogolludo
Cristina Galán
Elena Madinabeitia