El pasado 5 de noviembre, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, aterrizaba en la capital de Japón, con el objetivo de reunirse con el emperador Akihito y con el primer ministro Shinzo Abe. El día 7 ya se encontraba en Corea del Sur para ver al presidente Moon Jae-In y dar un discurso ante la Asamblea Nacional de Seúl. El miércoles volaba a China para afianzar su relación con Xi Jinping, y hoy viajará a Vietnam.
Sin embargo, los intereses de Trump en esta visita van más allá de los compromisos diplomáticos. El factor más inminente es la amenaza que presenta Corea Norte. El presidente insta a los países vecinos: Corea del Sur, Japón y China a endurecer sus posturas frente a Pyongyang.
En los últimos meses, las tensiones entre E.E.U.U. y Corea del Norte han aumentado significativamente. Donald Trump ya había advertido a Kim Jong-un sobre las amenazas nucleares en un discurso en las Naciones Unidas, alegando que este estaba “en una misión suicida”.
Cabe destacar el cambio de actitud del presidente estadounidense de cara al líder de China, Xi Jinping, con quien anteriormente se había mostrado muy crítico. Sin embargo, en esta visita lo alababa, enfatizando la importancia de su rol de cara a ejercer presión sobre Corea del Norte y mostrándose comprensivo con la desigualdad de los acuerdos económicos entre ambos países, la cual favorece a la superpotencia asiática.
El próximo domingo día 12, el presidente Donald Trump asistirá a la cena de gala que se celebra para conmemorar los 50 años de la ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático). Además el lunes 13, el presidente estadounidense se reunirá con Rodrigo Duterte.
Desde que el líder filipino asumió la presidencia, su actuación ha sido severamente criticada por organismos internacionales. Ha sido acusado tomarse los Derechos Humanos a la ligera, especialmente en lo que respecta a sus medidas en la guerra contra las drogas, que ha llevado a la muerte a miles de personas en ejecuciones extrajudiciales.
Marina Alcázar y Carlos Polo