La actual situación que azota la región de Oriente Medio merece la más especial atención de todas, teniendo en cuenta los continuos atentados terroristas, los imparables enfrentamientos y el cansancio de la población civil que se traduce en masivas migraciones que tienen lugar en Afganistán, Iraq y Siria principalmente.
Parte de la política llevada a cabo por Estados Unidos y Europa desde 1916 con los acuerdos Sykes –Picot, siguiendo con el garrafal proceso de descolonización y terminando con la desastrosa gestión de ambas potencias al desquebrajar la cúpula militar iraquí y disolver el partido baazista, son algunas de las políticas que han llevado a la situación actual de Oriente Medio. Un gran número de esa cúpula forma parte hoy en día de las filas del DAESH, como generales y líderes que lideran las batallas de Alepo, Raqqa, Mosul entre otras.
El fortalecimiento y continuidad del DAESH en Iraq y Siria se debe principalmente a lo que este autodenominado Estado Islámico ofrece a la población, estabilidad, sanidad, educación, infraestructura, algo de lo que no ha sido capaz ni la máxima potencia regional, Arabia Saudí y demás potencias mundiales como son Estados Unidos y la Unión Europea.
Hay que tener en cuenta que Oriente Medio lleva en guerra de forma continuada desde 1980 con la guerra Iraq-Irán, eso hace un total de 36 años. Tres décadas en las que la población no ha podido optar a una calidad de vida mínima a causa de las políticas autoritarias, corruptas y enfocadas en sus propios intereses regionales de los diferentes países que forman la región, olvidándose por completo de la población civil.
Por lo tanto la pregunta que hoy en día debe plantearse la comunidad internacional es, ¿por qué el DAESH no es destruido, ni debilitado? Por la sencilla razón que la población entre dos posibles soluciones malas siempre optara por la menos mala, en este caso es el DAESH. A pesar, de su dura implementación de la ley Sharia les ofrecen una cierta estabilidad, esa es la razón de peso por la cual la población no se revela contra ellos cada vez que ocupan una ciudad, una ocupación que la concluyen en menos de 24 horas en numerosas ocasiones. Lo cual esto nos haría plantearnos otra pregunta más, pero lo que Europa y Estados Unidos deben dejar de hacerse es preguntas y actuar de forma inmediata cambiando su estrategia en la región.
Empezar por tener en cuenta las diversidades étnicas que hay, las diferentes ramas religiosas y los verdaderos focos de poder que rondan esas tierras áridas. También, percibir un cambio de rumbo en el eje Washington-Paris-Riad y mirar hacia el otro lado del Estrecho de Ormuz, a la poderosa Teherán. Transcurrido y aceptado el acuerdo nuclear el pasado mes de febrero de 2016, Irán recelosa de su vecina wahabí desea adoptar un papel de influencia y poder en la región. Algo que podría cambiar el escenario actual y dejaría de lado al reino del desierto, el cual desde sus acuerdos con Estados Unidos en 1953 de la mano del presidente Truman parece no dar los frutos que una vez pensaron que aflorarían.
La situación de cambio es inminente y necesaria, Oriente Medio una región geopolítica y geoeconómicamente de vital importancia para el panorama mundial debe lograr una cierta estabilidad en la que las políticas caóticas de Estados Unidos y la Unión Europea deben dar un giro de 180º si desean realmente la paz en la región.
Gonzalo Montes