Reputación y Marca España

A los paradigmas de la anarquía, el sistema de estados, la guerra, la diplomacia, el interés nacional, el equilibrio de poder, el orden internacional, la polarización, la hegemonía y el caos, les ha sucedido la idea común de que, en un mundo abierto y diverso, es posible construir una convivencia basada en el progreso, el respeto, las normas y el conocimiento. A esta idea la hemos denominado, común y globalmente, globalización. En este nuevo marco de relaciones internacionales del siglo XXI, el prestigio de los países ya no se encuentra solo en la potencia de sus órganos políticos o militares ni en la dimensión de sus actividades económicas autónomas. La identificación de su buen hacer, la fiabilidad de sus compromisos, la coherencia de su comportamiento y la fortaleza de sus valores son ahora los elementos que configuran su credibilidad.
La Diplomacia Pública es un instrumento diseñado por los estados para proyectar las actividades de la política exterior y comercial en un entorno en el que, el resto de actores estatales, sociales o corporativos confrontan sus aspiraciones. La diplomacia corporativa, el activismo social, la versatilidad de los medios y la innovación digital conforman un entramado de valores y mensajes incontrolables. Las redes entrelazan estas imágenes y percepciones y las comparten a nivel global. La creación o afirmación de una Marca, de una identidad corporativa cultural o nacional, reconocible y con capacidad de construir reputación y de aglutinar la acción internacional, es una estrategia necesaria para adaptación de los diferentes actores a este entorno.
El proyecto Marca España, por consiguiente, no debe de entenderse como una mera reactivación de la imagen de nuestro país y de sus principales empresas el exterior, si no como una estrategia permanente encaminada a, fortalecer y adaptar las políticas de prestigio y de cooperación, a las nuevas realidades. La creación de un Alto Comisionado para la Marca España dependiente de Presidencia del Gobierno, con el liderazgo del Ministerio de Exteriores y Cooperación y la participación del Real Instituto Elcano bajo la Presidencia de Emilio Lamo de Espinosa, aportarán el impulso y el trabajo académico exhaustivo para lograr consolidar el posicionamiento de nuestra marca mediante el denominado nation branding. Las universidades de prestigio y especialmente aquellas con facultades de Periodismo y Comunicación Aplicada, Relaciones Internacionales y Protocolo y Traducción y Lenguas, deben de sumarse a un proyecto al que pueden aportar conocimiento, capacidad de proyección y líneas de innovación a medio y largo plazo.
La colaboración público – privada resulta a partir de ahora esencial para que empresas, administración y grupos de presión actúen de forma coordinada y sumen esfuerzos para generar un impacto notorio en el largo plazo. Pero esa colaboración no puede ser una imposición del Gobierno a las empresas ni una exigencia de las empresas al Gobierno. Abundan las motivaciones políticas para que la propuesta de integración en la Marca genere a su vez distancias entre grupos políticos. Y, naturalmente, todo el proceso se da de morros contra los casos Bárcenas, Urdangarín, Puyol, secesionismo catalán y tantos otros que han desprestigiado de manera impúdica y vil, la solidez de nuestro sistema constitucional democrático y la historia de una nación no ya madura sino emblemática.
La historia de la reputación nacional estuvo ligada en el siglo XIX a la propaganda política y cultural de las potencias europeas para reafirmar su peso específico en el concierto europeo y la expansión imperialista. Los centros culturales, embajadas y consulados ejercieron una eficiente labor en una sociedad de estados cuyas relaciones ordenaba la diplomacia exterior. La sociedad de masas posterior, padeció la degeneración y el impacto de las doctrinas de la propaganda totalitaria de los fascismos y del sistema soviético, cuyos valores desangraron Europa y el mundo. En la segunda mitad del siglo pasado, y aún en los comienzos de éste, la propaganda norteamericana, soportada desde una colosal estructura de medios, se hizo dueña de los mensajes y de las estrategias informativas con una combinación muchas veces desequilibrada de poder duro y blando.
En nuestros días la sociedad del conocimiento presenta un entorno emergente, abierto y sensible a nuevos diseños. Las redes sociales, la intervención del individuo en la comunicación, la redefinición de alianzas e intereses y la aspiración de grupos y comunidades al progreso y a las libertades, conforman hoy un marco internacional complejo y huérfano de sólidos principios compartidos, capaces de generar estabilidad. En este contexto, debemos de felicitarnos por la puesta en marcha de un proyecto tan adecuado a las exigencias, no solo de nuestro país, sino de nuestro tiempo.

José María Peredo Pombo

Sobre el Autor

Publicaciones de la redacción del observatorio.

En europeamedia.es usamos cookies propias y de terceros para el funcionamiento de la web, mostrar contenido multimedia, crear estadísticas de uso para luego mostrar publicidad. Consulta nuestra Política de Cookies, ya que si continuas la navegación consientes tácitamente su uso. AceptarPrivacy & Cookies Policy