El pasado 25 de Octubre la Organización Mundial de la Meteorología (OMM) anunció que la concentración de CO2 ha superado todos los registros históricos. El dióxido de carbono es el principal gas de efecto invernadero responsable del calentamiento global y permanece en la atmósfera durante milenios. Cuando aparecen noticias como esta no es de extrañar que nos preguntemos como es posible. Desde los años 70 se han sucedido conferencias intergubernamentales para poner solución al problema del cambio climático y conseguir un mundo sostenible.
Desde la primera conferencia en Estocolmo en 1972, pasando por la Cumbre de la Tierra de Rio de 1992, entre otras, hasta la Conferencia de Paris sobre Cambio Climático de 2015 se han emitido declaraciones y protocolos que fijaban objetivos e instrumentos para llevarlos a cabo. Sin embargo, la mayoría fracasaron debido a la falta de voluntad política y a la falta de obligatoriedad de los mismos. Se convirtieron, por tanto, en meras declaraciones de voluntad.
Ni siquiera con el Protocolo de Kioto, el primer acuerdo vinculante, se obtuvieron resultados positivos. Jeffrey Sachs asegura que estos acuerdos son ignorados en la práctica al no existir mecanismos efectivos que aseguren su cumplimiento. Pero, además, los Estados se guardaron un as en la manga: los derechos de emisión.
El 4 de noviembre entrará en vigor el último acuerdo adoptado en París para frenar el cambio climático, el cual ha sido considerado como histórico. Según el mismo los gobiernos deben determinar una serie de medidas domésticas encaminadas a cumplir con el objetivo marcado: limitar el aumento de la temperatura a menos de 2 ºC en este siglo con respecto a los niveles de la era preindustrial y proseguir los esfuerzos para que ese aumento no supere los 1,5 grados. Los científicos aseguran que si la temperatura superara los 2 ºC las consecuencias serían catastróficas para el planeta. Estas medidas se encuadran en los planes nacionales de acción climática, los cuales pueden ser modificadas pero solo al alza.
175 países firmaron el acuerdo de los 197 estados que son parte de la Convención y a día de hoy 86 lo han ratificado. España es uno de los países que firmó el acuerdo pero que aún no lo ha ratificado. Esperemos que ahora con la formación del Gobierno finalmente se una a estos 86. Es de destacar, sin embargo, que países como China, India y EEUU, cuya reticencia a cortar sus emisiones siempre ha sido conocida, ya lo han ratificado. El Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, ha manifestado que “el fuerte apoyo internacional a la entrada en vigor del Acuerdo de París demuestra que es urgente actuar y refleja que existe entre los gobiernos un consenso robusto para la cooperación internacional que es esencial para afrontar el reto climático”.
Pero con el duro golpe que presenta haber superado la cifra de 400 partes por millón (ppm) de CO2 por primera vez en la historia de la humanidad, la urgencia para frenar el calentamiento global es aún mayor. El secretario general de la OMM, Petteri Taalas, ha declarado que “si no atajamos las emisiones de CO2, no podemos luchar contra el cambio climático ni mantener el ascenso de la temperatura por debajo de los dos grados respecto a la de la era preindustrial”. Por ello, el Acuerdo de París debe ser implementado en su integridad por la mayoría de países.
No obstante, existe el riesgo de que la Conferencia de París acabe en fracaso como sus predecesoras. A pesar de ser legalmente vinculante, los objetivos de reducción de emisiones de cada país no lo son, tal y como solicitó EEUU para evitar que el Congreso rechazara la ratificación del acuerdo. Cabe confiar en que las herramientas de transparencia introducidas realmente lleven a cabo un control efectivo.
Otro punto que pone en peligro el éxito de este acuerdo, es la movilización de los 100.000 millones de dólares anuales, que los países desarrollados han prometido a los países con menos recursos para que estos puedan reducir sus emisiones y al mismo tiempo seguir creciendo económicamente. Sin este fondo de ayuda es imposible que estos países puedan contribuir a cumplir el objetivo del acuerdo. Otros países también pueden aportar cantidades al fondo aunque de forma voluntaria.
Se necesitan, además, inversiones por parte de bancos y del sector privado para lograr los fondos que posibiliten la transformación a nivel mundial. John Kerry, secretario de Estado de EE UU ha afirmado que movilizar la inversión es fundamental para lograr una transición a una economía limpia.
Lograr un mundo sostenible no depende únicamente de los mandatarios de los Estados y del sector privado. Todas las personas que habitamos el planeta somos responsables de su cuidado.
Como defiende la organización 350.org el acuerdo de París, “deja abiertas muchas dudas y ahora nos toca a nosotros, la sociedad civil, asegurar que las promesas se mantienen y se cumplen; acelerando la transición de los combustibles fósiles a una sociedad con el energía 100% renovable”.
El cambio climático es visto como un problema futuro por lo que se da prioridad a otras cuestiones o simplemente se adopta la aptitud de: ya se ocuparan otros. Pero el cambio climático es aquí y ahora. Y si no actuamos de inmediato por un desarrollo sostenible las consecuencias serán realmente trágicas.
ALGUNAS CRÍTICAS AL ACUERDO DE PARÍS
James Hasen, excientífico de la NASA ha declarado que el contenido del acuerdo alcanzado en París es “un cúmulo de palabras y de promesas, sin acciones concretas”: no se han esta establecido compromisos ni calendarios de obligado cumplimiento.
Por su parte, Ecologistas en Acción denuncia que no se han tenido en cuenta las emisiones generadas por el transporte aéreo y marítimo ni contempla la desinversión en combustibles fósiles o el freno del fracking y las arenas bituminosas. Además, el calculo de las emisiones es susceptible d ser manipulado a través de trucos contables.
Juan Carlos del Olmo, secretario general de WWF España, ha manifestado que “el acuerdo de Paris es un paso importante, pero sólo el primero en el camino para frenar el cambio climático”. Y sostiene que algunos aspectos relevantes han quedado fuera del acuerdo para posibilitar el consenso entre los distintos países.
BASTA DE SER IRRESPONSABLES Y CUMPLAMOS TODOS CON NUESTRA OBLIGACIÓN DE CUIDAR EL PLANETA.
Ana Gadea Catalá