En 1939 José Ortega y Gasset visitó Argentina, en un contexto difícil, donde el país luchaba por ocupar y mantener un lugar en el panorama económico internacional. Uno de sus discursos más recordados fue en una de sus conferencias en la ciudad bonaerense de La Plata, se refería al país de la siguiente manera:
“¡Argentinos, a las cosas, a las cosas! Déjense de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcisismos. No presumen ustedes el brinco magnífico que daría este país el día que sus hombres se resuelvan de una vez, bravamente, a abrirse el pecho a las cosas, a ocuparse y preocuparse de ellas directamente y sin más, en vez de vivir a la defensiva, de tener trabadas y paralizadas sus potencias espirituales, que son egregias, su curiosidad, su perspicacia, su claridad mental secuestradas por los complejos de lo personal”.
Hoy, tras el cambio de gobierno, merece ser recordado. Los argentinos somos por naturaleza curiosos y creativos, renombrados en el extranjero, grandes diseñadores y publicistas. En parte, es una habilidad que desarrollamos creciendo en un país donde todo puede pasar (literalmente), las garantías constitucionales y las leyes pueden ser de una u otra manera dependiendo quién las interprete o qué gobierno de turno decida cómo aplicarlas. Y en eso está la parte “negativa” de tanta creatividad, quienes quieren usarla para perjudicar a otros, o para beneficiarse a sí mismos sin importar daños colaterales, son capaces de encontrar la manera.
En pocos países en el mundo, con un sistema ejecutivo, legislativo y judicial claramente delimitado, el poder ejecutivo hace lo que se le antoja. Pero más allá de nuestro perenne problema de corrupción e influencia mutua, que parecería es común en todos los países latinos, incluidos los europeos, nuestro mayor reto es superar la visión al pasado, para pensar en una visión a futuro. Andrés Oppenheimer, un gran escritor contemporáneo, explica claramente en su libro “Basta de Historias” cómo Latinoamérica, salvo algunas excepciones, tiene dificultades para progresar porque sus dirigentes, y en general la ciudadanía, está más pendiente de los problemas y errores del pasado, que en tener una mirada clara hacia el futuro.
Y…¿cómo sigue esta historia?
El domingo tuvo lugar el Ballotage, y, para sorpresa de muchos y certeza de pocos, decidimos tener un nuevo rumbo. Después de 12 años de kirchnerismo, después de más de 30 años de ser gobernados por abogados mal asesorados, que cambian las leyes a su antojo, ahora tenemos un ingeniero. Primer cambio.
Además Mauricio Macri es un empresario. Presidente de uno de los clubes de fútbol más grandes del país y con renombre internacional, Boca Juniors. Segundo cambio.
Como si fuera poco, no se identifica con ningún partido político existente. Él creó su propia corriente, el Partido Republicano (o sea para la República), conocido como PRO, a través del cual se ha producido una combinación e innovación de ideas procedentes de todos los frentes políticos existentes, que el candidato consideraba positivas. Tercer cambio.
Por último, Macri fue víctima de un secuestro, de hecho los captores lo metieron en un ataúd (literalmente). Una persona que sufrió ese tipo de violencia entiende, como nadie, que es necesario ofrecer garantías de seguridad personal y ciudadana; y no se trata, como decían los últimos dirigentes y allegados, de una “sensación de inseguridad”. Cuarto cambio.
Su primer discurso como Presidente fue coherente y conciliador, algo que hacía mucho no se escuchaba en Argentina. Trató elementos fundamentales como el de tener un gobierno que no separe a los adeptos al partido político de turno y a la oposición; permitir que la justicia funcione de manera independiente; mejorar la seguridad física (y jurídica) de los ciudadanos, y controlar el narcotráfico que ya se asentó en la sociedad.
Por otro lado, entre los temas económicos más importantes, y los que podrían sacar al país adelante, destacan el poder adquisitivo y la tasa impositiva en el impuesto a la renta de personas físicas (impuesto a las ganancias), el cepo al dólar, la inflación real, y los vínculos con socios comerciales estratégicos, empezando por el Mercosur.
El panorama económico del nuevo Presidente
En los últimos años, Argentina tuvo una inflación real interanual de entre el 30 y 50%, según la consultora privada que se consulte. Aunque el gobierno saliente intentó sin éxito encubrirlo, hay muchos datos que demuestran y destapan sus intromisiones en la economía. Por ejemplo, esto se evidencia claramente en los resultados del índice Big Mac; creado hace unos 30 años por The Economist para comparar un producto vendido en distintas partes del mundo y contrastar el poder de adquisición.
Sorprende un resultado de este índice dónde los precios de repente caen un año, vuelven a subir en el siguiente período, a los tres años vuelven a caer, pero un poco menos, luego se recuperan y mantienen constantes y finalmente suben en 2015. Hoy en día, un Big Mac cuesta aproximadamente unos 30 pesos, mientras un Cuarto de libra con queso (menú similar al Big Mac) cuesta aproximadamente 55 pesos.
Es una muestra del intervencionismo del estado para controlar aquellos productos que se utilizan comúnmente en índices comparados, para que los resultados no muestren la inflación o el impacto real de las políticas en la economía local. En el gráfico se ven resultados de países desarrollados con mayor estabilidad económica (Estados Unidos o Australia) y dos de los BRICs (Brasil y China), ninguno de los cuales ha sufrido los cambios que se evidencian en Argentina, siendo mercados muy distintos y con diferente grado de intervencionismo y control estatal.
El nuevo presidente tiene un largo camino por recorrer. Muchas políticas demagógicas por deshacer. Mejores (y mejor implementadas) políticas educativas por desarrollar para brindar mayor acceso a nuevas posibilidades, profesionalizando el mercado laboral y apostando por impusar la industria nacional. Pero aun así, lo que está claro es que es responsabilidad de todas y todos los ciudadanos, no sólo del Presidente, que un país salga adelante. Para eso tenemos que dejar de lado nuestras ideologías políticas y desde donde sea que estemos, arremangarnos y ponernos a remar todos para el mismo lado. Así que, ¡Argentinos a las cosas!
Dra. Marina Mattera
Profesora Departamento Economía y Finanzas