Por décimo año consecutivo la autorización para celebrar la marcha del orgullo gay fue denegada al colectivo. Alekséyev, líder del colectivo homosexual, catalogó la decisión “como una violación de los derechos humanos”, asegurando que “la marcha se celebrará en cualquier caso”.
El hecho comenzó cuando un grupo de religiosos ortodoxos agredieron a Nikolái Alekséyev, al ver esto sus compañeros acudieron en ayuda. Esto desató una pelea que obligó a la policía a intervenir y bloquear las calles céntricas. Otros activistas como Dmitri Enteo fueron agredidos y detenidos por reclamar los derechos también.
Tan sólo el 1% de los gays y las lesbianas vive de una forma enteramente abierta en el país. Una ola homófoba se ha apoderado de la sociedad y de la actitud hacia los homosexuales, que están sufriendo un periodo de retroceso en sus libertades. La intimidación es algo habitual y el colectivo está sumido en el miedo a las perversas y humillantes agresiones que les infringen las llamadas bandas de vigilantes, quienes ven en esta orientación sexual un peligro para la sociedad.
“La temporada de caza está abierta y nosotros somos sus presas”, relata en “Ser gay en Rusia” Dima, un joven homosexual que perdió un ojo en uno de los ataques de estos grupos homófobos. Arropados por la nueva ley contra la propaganda homosexual aprobada en junio de 2013 por el gobierno, estos ciudadanos organizan sus “safaris”. Atraen a los homosexuales a través de engaños al lugar donde se encuentra la banda y allí les golpean, insultan y humillan. Las agresiones son publicadas más tarde en internet, donde miles de personas pueden acceder a ellas.
Rusia ya ha sido señalada en varias ocasiones por su carácter homófobo, pero la situación es aún más compleja, casi la mitad de la población sigue pensando que los gays y las lesbianas deberían recibir tratamiento médico o psicológico tachando su condición sexual como una enfermedad.
Además, la Iglesia Ortodoxa, principal corriente religiosa en el país que controla la orientación moral de la sociedad reforzando la creencia de que existe un vínculo entre la homosexualidad y la pedofilia. “Ni tan siquiera el ganado practica algo así. Yo les considero espiritual y moralmente enfermos” afirmó un sacerdote para el documental “Ser gay en Rusia”.